martes, 10 de abril de 2012

Hablamos de pies...

En el momento del nacimiento los pies son como un libro abierto, en el que lo único que hay impreso es el prólogo, el resto de sus hojas están en blanco, esperando ser escritas con cada paso que da el Ser Humano recorriendo el camino de su vida.
Los pies de un bebe sano, son rosados, tienen un perfume natural, no tienen grietas, ni raspaduras, son suaves al tacto, representan la transparencia, la tranquilidad, la felicidad y la armonía de una nueva vida que empieza su desarrollo. Al igual que cada bebé es diferente de otro, sus pies también lo son.
En la medida que el bebé crece y va siendo un niño, sus pies, empiezan a tener marcas diferenciadoras…
Unos tendrán los pies con forma más cuadrada otros con forma más triangular, con los talones más anchos o más estrechos, con las uñas finas o gruesas, anchas o alargadas, curvadas o planas algo que ya se esbozaba en el momento de nacer y que cada vez se va haciendo más evidente.
Según se camina hacia la edad adulta, y se van llenando las páginas en blanco del libro de la vida con los pasos personales, los pies, se van haciendo diferentes en cada individuo, van variando con los cambios internos que la persona realiza, quedando reflejados en los pies; si son vivencias positivas, con signos positivos y si le acompañaron experiencias negativas, también habrá marcas impresas que lo constaten.
En las personas de edad avanzada podemos observar que los pies reflejan todo el camino recorrido
En ese libro abierto que son los pies podemos leer su personalidad, ver descrita su inteligencia, temperamento, carácter, estructura biológica y los aprendizajes más fuertemente adquiridos, por lo general en la temprana infancia y los aprendizajes y adecuaciones comportamentales que el sujeto realiza más tardíamente y en muchos casos conscientemente.
En definitiva los pies nos narran la historia de la vida del ser humano. Toda su madurez o inmadurez, su tipo de consciencia, responsabilidad, dependencia o independencia, rigideces, agotamiento y un sinfín de experiencias vividas, algunas traumáticas y no siempre emocionalmente resueltas, quedan proyectados en sus pies.
Los pies se desenmascaran las raíces de los desajustes y alteraciones, recientes o lejanos en el tiempo que son producto de bloqueos, que están más allá, de lo meramente físico y que en cualquier caso, han dejado su impronta en la persona, y antes o después, aparecerán en forma de alteraciones orgánicas dentro de la triada: mente, órgano, emoción. 

El terapeuta aprende a ver más allá del personaje… ve lo autentico de la personalidad del ser que va a tratar. Entiende lo que cuentan los pies con su forma, sus deformaciones, durezas, callos, grietas, sequedad, humedad, flexibilidad, rigidez, marcas, etc.
Al mostrárselo al paciente, este puede tomar conciencia de sus partes ocultas, de su “sombra”.
Tras ayudar al paciente a descubrir el origen de los problemas, este empezará a darse cuenta de cosas que antes no podía ver y esto le ayudará a modificar sus hábitos personales.
Después se trabajan zonas y puntos reflejos concretos para que desde estos, se produzca la liberación de bloqueos y toxinas, logrando que sus estructuras, órganos, emociones y mente se equilibren y alcance un grado de armonía y bienestar, que irá conduciendo al restablecimiento de su Salud.
Con la observación desapegada y la exploración, el terapeuta puede llegar a los rincones más ocultos de la persona tratada, esto es sinónimo de llegar…¡A los rincones más ocultos de su alma!

Extraído de Isabel Pérez Broncano

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