Una de las primeras preguntas que uno se hace cuando empieza a descubrir la biodescodificación es ¿Qué pasa con las enfermedades o síntomas que padecen los niños?
¿también ellos tienen conflictos inconscientes? y la respuesta nunca es
fácil… claro que tienen conflictos inconscientes, pero no de la misma
forma que nosotros, son conflictos que nacen de sus necesidades no
satisfechas que cuando son muy pequeños son necesidades tan básicas como
comer, dormir y el afecto en forma de contacto físico y a medida que
vamos creciendo las necesidades se van volviendo más complejas…
Cada vez tenemos más información respecto a lo que sienten y lo que
viven los niños en cada edad, y hay muchos autores que estan de acuerdo
en el hecho de que a nivel emocional, la madre y el niño están
totalmente conectados desde la concepción hasta que el niño tiene 7
años, incluso hay autores como Laura Gutman que sostienen que los niños hasta los 3 años experimentan una fusión emocional con la madre,
comparten con ella todo su campo emocional, así el niño vive como suyas
las emociones de la madre porque en este momento, todavía no puede
distinguir entre unas y otras…
En biodescodificación sabemos que existe un periodo al que llamamos proyecto sentido, que va desde la concepción hasta los 3 años, donde se graban multitud de programas que vamos a desarrollar a lo largo de nuestra vida…
se graban programas de si somos deseados o no desados, se graba toda la
información de la situación de la pareja o de la familia en ese
momento, todas las emociones de la madre, sus conflictos, sus dudas, se
graban las situaciones sociales o históricas del lugar donde estamos,
toda la información del embarazo, también información sobre como hemos
llegado al mundo, como se ha recibido al bebé y todas y cada una de las
experiencias propias del niño y de la madre durante este tiempo.
Hasta los siete años, los niños son una auténtica esponja emocional,
porque como todavía no tienen el neocórtex totalmente desarrollado, son
especialmente sensibles a las emociones, que son el lenguaje que les es
propio y además las perciben de forma limpia, sin contaminación
racional alguna.
Y así es como los niños, a través de las enfermedades y síntomas que
padecen, nos están reflejando nuestros propios conflictos inconscientes,
como el más amoroso de nuestros espejos: un niño que
tiene a menudo dolor de barriga puede estar expresando una dificultad de
la madre para digerir algo que le está ocurriendo, o un niño que se
enferma de bronquitis o que tiene asma habitualmente está denunciando un
ambiente tóxico en casa y dificultades de relación en su entorno más
cercano o un niño con otitis frecuentes está expresando una irritación
de la madre por escuchar algo que no quiere oír…
Dejando atrás la culpa, si queremos ayudar a
nuestros hijos pequeños a que estén más sanos, si queremos evitarles
sufrimiento, ocupémonos de nosotros mismos, tomemos conciencia de
nuestras emociones, expresemos como nos sentimos, hablemos, busquemos
ayuda… pero sobretodo no hagamos como que no pasa nada, porque ellos,
los niños, perciben desde su inocencia muchísimo más de lo que nos
parece y están dispuestos a mostrárnoslo incansablemente… así que
acojamos la oportunidad que nos da la vida para crecer y hacernos cargo
de nosotros mismos. Y sería fantástico aprovechar para expresarles como
nos sentimos, para que ellos puedan distinguir lo que no es suyo y
empezar a poner palabras a las emociones que están sintiendo…
A veces ocurre que trabajando con la mamá no encontramos nada
relacionado con este malestar del niño… entonces es muy habitual que los niños estén expresando un conflicto del clan, de hecho siempre que un niño nace con una enfermedad congénita
es algo que obviamente no es suyo, y va a ser muy útil hacer el estudio
del árbol genealógico, para tratar de entender que está reparando este
niño con esta enfermedad y así poder liberar al niño y al clan.
Todo lo que le ocurre al padre también va a influir al niño, pero de otra forma, de hecho el niño lo va a sentir pero a través de la madre y con las emociones de la madre,
por lo que hemos dicho de la conexión… Es decir que si por ejemplo el
papá se queda sin empleo y la mamá no se siente preocupada porque confía
en que va a encontrar algo pronto, no le da importancia porque son
cosas que pasan y piensa que de alguna forma van a salir de esta… aunque
el padre se sienta muy frustrado o tenga miedo a la escasez o se sienta
deprimido… el niño no va a sentir estas emociones como si fueran suyas,
y en cambio si la mamá lo vive con angustia y sufrimiento, el niño va a
vivir esa angustia como propia y puede que la exprese a través del
cuerpo, que es la via más directa para que los niños expresen las
emociones que no pueden comprender.
Así como la mamá va a ser el punto de referencia desde la concepción hasta los 7 años, el papá va a ser clave desde los 7 a los 14,
época importante para incorporar aprendizajes que tienen que ver con
los límites, las consecuencias de nuestras acciones en los demás, las
normas, la autoridad, la sociabilidad… pero esto ya es otro tema porque a
partir de los 7 años, el niño ya empieza a expresar sus propios
conflictos y justamente la figura del padre a partir de esta edad ayuda a
diluir esta fusión con la madre, permite que el niño sea más autónomo y
que se empiece a regular por el mismo.
Fuente: www.biodescodificacio.com
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